¿Hacia dónde irá la vida que nos juramos
más allá de nosotros, cual eterno porvenir?
¿En qué cielo diligente se abrirán tus estelas
que surgen de tu mirada triste y sagrada OH mi amor?
¿Por qué sendero herido de mi corazón te irás,
a vivir el sueño de tus ojos canela?
¿Y hacia que hondo sosiego irán a pernoctar
el alba, sus hojas y sus pájaros; Elisabeth de mi Corazón?
¡Ah, Elisabeth de mi corazón!
Hace cuanto que te amo, y hace cuanto que te enciendo en mi alma.
Te exclamo desde el socavón desde donde he jurado: eres mi numen!
Ánima que danza en el aire diurno de la noche
Aún, es tu esencia de piedras ígneas la que palpita en mí;
Y aun es el ósculo de amalgama crepitando en la fogata
aquel nueve de setiembre que no olvidaremos.
Amo la oscuridad murmurante de aquel día,
Y las nubes en forma de gotas ácuea, descendiendo.
Seguro que recuerdas aquel pasaje lento del ensueño,
Donde los dos éramos un iceberg!.
Y ahora que te has ido en el firmamento,
el tiempo no ha dejado de sangrar sus heridas frescas,
Y poco a poco me voy rompiendo con esta botella de aguardiente,
Que me trae de a ratos, insólitamente, tu risa ignota.
No has muerto en mi corazón y aún añoro que vuelvas,
Y si acaso volvieras, quisieras o lo intentas, Ven!
Búscame en los escombros!
Que es ahí donde he estado en espera muerta vacio de tu amor.
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